top of page

¿LIBRO DE PAPEL O ELECTRÓNICO?

 

Sinceramente no me interesa entrar en la discusión que se da entre intelectuales, escritores y enamorados del libro de papel. Pues se dice que este último está a punto de ser sustituido por el libro electrónico, y eso genera una serie de angustias que se me antojan innecesarias y vanas. Con el respeto que me merecen los apasionados del libro tradicional -y que ya tiene cerca de 500 años de estar al servicio del desarrollo humano-, el avance de la evolución no debe ni puede detenerse, por lo menos cuando es para beneficio de la preservación de nuestro planeta  y las criaturas que lo habitamos.

Todos nos aferramos a ciertas costumbres que se convierten, en un momento dado, en prejuicios y luego dogmas que podrían degenerar en intolerancia, si dejamos de comprender que nuestro tiempo no es necesariamente rígido y para siempre. Eso es peligroso. Comprendo que los Copistas que pasaban de manera manuscrita al papel los conocimientos del mundo, lo hacían sólo para privilegiados y en una cantidad verdaderamente limitada, por lo que la imprenta, creación de Gutenberg,  puso al servicio de las inmensas mayorías de pobres, el acceso al conocimiento y, en consecuencia, a la sabiduría.

Ahora que la tecnología digital está solicitando la supremacía que, históricamente le corresponde, para que los libros sean digitales o lo que se da en llamar el libro electrónico, considero que estos discursos son irrelevante aunque comprensibles, pues no importa la forma en que se lleve a cabo la lectura sino la lectura misma como una habilidad cognoscitiva que debemos desarrollar en palabra, voz y estrategia. Y eso no tiene que ver con ningún fondo y forma en que se impriman las frases, sino con el desarrollo de la conciencia y consciencia individual y social, para desarrollar la necesidad del acto de leer que es, al final de cuentas, lo que debemos apoyar.

No sólo se puede leer en un libro de papel o electrónico, sino que también en los árboles, las piedras, el espacio…en la realidad en todas sus posibilidades. E incluso podemos leernos a nosotros mismos, pero, esa habilidad de leer no depende del objeto libro, ya dígase de papel o virtual, sino que está definida por características cualitativas que debemos sugerir de manera constante a los que nos rodean y que cuesta, por lo menos en nuestro país, mucho trabajo contagiarla a niños y jóvenes.

Aquel que tenga el hábito de la lectura, le importa poco a través de qué medio se lleve a efecto (es obvio que puede tener su preferencia), sino el acto de leer en sí mismo y los beneficios que a la inteligencia aporta dadas todas las ventajas formativas que ese bondadoso acto de sensibilidad implica.

Contra lo que sí estaré siempre en contra, por supuesto, es con que se llegase a prohibir el acto de ejercer el derecho a la lectura, como ha sucedido en sociedades de poder oscuras y manipuladoras. Eso es lo que debemos cuidar, y no la forma en que nos lleguen las palabras y a través de qué canal de acceso. Sin embargo, debo acentuar que amo el libro de papel, que el aroma de las páginas me hechiza, que le estoy muy agradecido y que, aún disfruto leerlo mientras no se masifique el libro electrónico que, cuando sea así, habrá que elegir o atender a ambas opciones, pero… dígame usted: ¿Cuándo ha sentido ánimo de leer a Aristóteles en libros con letra manuscrita?

HECTOR ESQUER

    

EDITOR: MARIO O. DÌAZ DE LEÒN JASSO

TEXTOS:HÈCTOR ESQUER QUIÑONEZ

bottom of page