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DESPUÉS DE LA DERROTA EN LA BIBLIOTECA “PRIMO FELICIANO VELÁZQUEZ”

 

Es un poema de autor anónimo que se escribiera, precisamente, y como el título lo señala, después de la conquista que los españoles, al mando de Hernán Cortes, ejercieran, a golpes de ambición y brutalidad, del 30 de junio a la noche del 1º de julio de 1520, en las afueras de Tenochtitlan, hoy Ciudad de México. Y ese texto muestra lo que implican las amargas derrotas no sólo para los nuestros, sino para toda cultura que se ha formado dentro de la libertad y las búsquedas constantes por ser ejemplos de evolución.

Todos sabemos, más o menos, los sucesos más fieles que son narrados por los investigadores del período pre y post hispánico, y que nos han llevado a ser la nación que ahora somos. Pero ciertamente que siempre debemos reflexionar al respecto para que la Historia sea una docente que nos aleccione en las virtudes del avance cultural pero en el sentido humano y evolutivo.

Es decir que debemos estar atentos a la reflexión y a la búsqueda siempre del respeto a la soberanía de los pueblos, puesto que las bárbaras invasiones y conquistas, a través de las armas, sólo en raros caso se hacen deseables.

Los aztecas padecieron el derrumbamiento de todo aquello que les significaba un sentido en la existencia por los invasores que los consideraron bárbaros, lo cual es muy cuestionable, porque la libertad debe ser un signo de intercambio y no de depredación.

Es por ello que Héctor Esquer, opinó y leyó en voz alta, uno de los textos que más evidencian lo que la pólvora, la viruela y hasta las enfermedades venéreas causaron en las mujeres y hombres, de donde provienen una gran cantidad de raíces que ahora nos dignifican.

Dentro de los “Jueves de Conciencia Bibliotecaria”, se dio esta experiencia de modestas opiniones colectivas, a propósito de la literatura NÁHUATL, el día 19 de mayo del año en curso, en punto de las 17:00 horas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

DESPUÉS DE LA DERROTA

Y todo esto pasó con nosotros.

Nosotros lo vimos,

nosotros lo admiramos.

Con esta lamentosa y triste suerte

nos vimos angustiados.

En los caminos yacen dardos rotos,

los cabellos están esparcidos.

Destechadas están las casas,

enrojecidos tienen sus muros.

Gusanos pululan por calles y plazas,

y en las paredes están salpicados los sesos.

Rojas están las aguas, están como detenidas,

y cuando las bebimos,

es como si bebiéramos agua de salitre.

Golpeábamos, en tanto, los muros de adobe,

y era nuestra herencia una red de agujeros.

Con los escudos fue su resguardo,

Pero ni con escudos puede ser sostenida

su soledad.

Hemos comido palos de colorín,

hemos masticado grama salitrosa,

piedras de adobe, lagartijas,

ratones, tierra en polvo, gusanos…

Comimos la carne apenas,

sobre el fuego estaba puesta.

Cuando estaba cocida la carne,

EDITOR: MARIO O. DÌAZ DE LEÒN JASSO

TEXTOS:HÈCTOR ESQUER QUIÑONEZ

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