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                                                     JUEVES DE CONCIENCIA BIBLIOTECARIA EN LA PRIMO FELICIANO

FERNANDO PESSOA (PORTUGAL 1888-1935)

Hay quienes han opinado que este célebre poeta es uno de los dos mejores, por lo menos del siglo 20. Hay también quien ha expresado que escribió el poema más hermoso en la historia universal. Yo sí lo creo, pues su texto “Tabaquería” es de una dimensión metafísica, -aunque él no quiera-, y más aún, raya en el misticismo, en la negación de la materia oscura y en la fe de que todo continuará hacia niveles desconocidos, pero significados por la cotidianeidad que nos empobrece si no la hacemos más acá o más allá de la palabra que toca y dibuja, más las voces, actos, pinceladas de asombro y sorpresas constantes, gracias a que el paraíso perdido se recobra en la originalidad de lo que podemos ser, no en la reiteración de lo inútil aunque sea bello; no en las leyendas de lo que ha sido o será, sino en la certeza de que nacer es no existir y vivir una forma de no haber sido. Peligrosa sensación de orfandad y desamparo.

No fue santo ni hombre sencillo, pero vivió alejado de las tendencias que lo designaran como simple habitante de este universo. Su gran convicción fue que debíamos nacer para crear no para vivir. Su pluma, sus versos, su extraña agudeza, el filo de su personalidad que segmentó en lo que se ha llamado heterónimos, es decir, personalidades perfectamente delineadas por la lógica, lo llevaron reinventarse como si hubiese nacido 77 veces. Octavio Paz, José Saramago, entre muchas plumas eficientes, se han ocupado de su- no- vida, para abocarse a la vida que- él- deseó- tener.

No creía en el destino como una tumba definida por el desconsuelo, pero sí sabía que el hombre puede convertirse en la peor de las tumbas, si se mantiene unido al día y a la noche como si fuera un fruto seco. De aquí que yo afirme que era un hombre de fe aún con ser escéptico. Porque la fe no sólo tiene relación con las creencias religiosas institucionalizadas, sino también con la capacidad de aceptar el reto de tener que ser quien no has sido, pues el hombre no se completa con tener una visión celestial de su origen, sino con los actos que le dan continuidad a la Creación y, todo aquel que cumpla con este privilegio, y aún así diga que no cree en los Misterios… está equivocado: /El poeta es un fingidor./Finge tan completamente/que llega a fingir que es dolor/el dolor que de veras siente./ Nos dice en uno de sus poemas memorables, donde deja muy claro el derecho que tenemos de ir al encuentro de aquello que siempre será eludible pero inevitable.

El hombre debe asumirse en los demás, en el colectivo y en sí mismo que, acaso sea la parte más difícil, más paradigmática, pues la plenitud es una puerta que tenemos que abrir pero que no existe. Es ahí donde la palabra la construye, es ahí donde ser es dejar de existir, es ahí donde el rostro se nos vuelve enigma para iluminarlo en otras realidades: No soy nada./ Nunca seré nada./No puedo querer ser nada/ sin embargo tengo en mí todos los sueños del mundo./ Un hombre que nos dice eso tiene el privilegio de dialogar con Dios y con el diablo, sin estar de parte de alguno de ellos y, al mismo tiempo, estar bien con ambos.

Los esperamos en la Biblioteca “Primo Feliciano Velázquez”, este jueves 15 de enero, 12:00 y 18:00 horas. Calle 3, 805b, Col. Industrial Aviación. 8337553.

   

EDITOR: MARIO O. DÌAZ DE LEÒN JASSO

TEXTOS:HÈCTOR ESQUER QUIÑONEZ

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