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EN LA BIBLIOTECA “PRIMO FELICIANO VELÁZQUEZ”, HOMENAJE PÓSTUMO AL ESCRITOR POTOSINO

DANTE B. BECERRA OLLOQUI

 

Lo conocí en esos paisajes de la palabra escrita. Siempre discreto y con abundancias de buena persona, escritor de cuentos y poemas que asistía al Taller Literario de la maestra Ana Newman. Durante esos tiempos que no tienen fechas, porque la palabra escrita se queda para siempre, no intimé con él más allá de cinco minutos cada vez que nos encontrábamos, y que fueron pocas para mis pérdidas. Pero sentí siempre en Dante el decoro del ser humano que habitaba el arte en todas sus misteriosas manifestaciones, aún entre aquellos infectados de sobre egos con aristas de carácter calamitoso. En cambio, él siempre fue indiferente al protagonismo, a esos afanes de cetros pavorreales por lo que muchos escritores peleamos. Asistí más de tres ocasiones a escuchar sus lecturas en voz presente y viva. Nunca pretencioso, intentaba un ritmo que sus narraciones tenían en anécdotas que siempre decaían en el buen sentido del humor, sin que fuera gratuito, pues tenía buenas enseñanzas y un espíritu crítico ingenioso, además de que se le notaba la pasión por el ejercicio de saber sentir y pensar de forma evolutiva.

Me enteré de su muerte a través de nuestra amiga y también poetisa, Teresa de la Fuente y, de manera inmediata, le sugerí que vaciáramos nuestra admiración por este escritor que peleó mucho su libertad y su independencia, aunque eso le restara reflectores, en este modesto espacio y con las firmas de este modestísimo homenaje llenas de afecto, aun y cuando yo no sé mucho de su trayectoria, ni tengo los méritos, puesto que ellos son consecuencia de la Ana Newman pero, precisamente, ello lo hace más valioso, puesto que trascendió las fronteras de su taller para hoy trasminarse a otras conciencias.

Poco lo contacté de manera muy personal y me alegro, porque bastaron esas raras ocasiones para ganarse mi respeto, y coincidir en el breve tiempo de saludarnos con su generosidad, sin el exceso de palabras que, las más de las veces, de la supuesta amistad, pasan a ser áspides en forma de dardos que envenenamos.

Como nunca publicó un libro en forma personal (que a mí me conste), hay muchos remiendos que le faltan a mi conocimiento, para ponderar sus textos en el sentido de una argumentación en los relieves del texto escrito pero, cuando lo miraba y escuchaba leer con humildad y valentía, sentía que, sin envidiar al águila él alcanzaba sus alturas, y eso todavía me conmueve. Otra experiencia me gratificaba: cuando lo miraba llevar a su madre en silla de ruedas, a visitar los museos y galerías de pintura y algunos otros festivales… Me emocionaba su amorosa claridad de hijo. Tampoco le conocí familia derivada de algún casamiento, enamoramiento o travesura pasional, ya que la discreción la volvió su amorosa. Pero lo que importa es aquello que nos dejó a vuelo de miradas, a cabalgatas de voces, a lecciones en deliciosas condenas, a trabajos forzados en la página escrita y en la amistad que la ofrecía sin peldaños. Alguna vez me dijo que era médico de profesión, sin decirme la especialidad. No se lo creí. No pude creer en ese momento que aquel joven escritor, desprovisto de vanas poses, también lo estuviera de una profesión de las que muchos lucran en el sentido social y económico. Pensé incluso que estaba ante un imaginativo literario. Años después, si la memoria me es fiel, me dirían que era un excelente ginecólogo; por lo menos eso es lo que recuerdo. 

Mientras estuve encargado de la Casa-Museo Manuel José Othón, aceptó gustoso la invitación que le hiciera para que diera lectura a sus cuentos y,  cuando estuve encargado de la Biblioteca Central del Estado, repitió esa experiencia. Hoy, como encargado de la Biblioteca “Primo Feliciano Velázquez,” me da gusto que acepte de nuevo esta invitación de memoria presente.

Muchos escritores son muy importantes por los cuentos y poemas que dejaron. Pero otros prefieren hacer de sus vidas una obra de arte que, aunque anónima, es más celebrada por muchas algarabías y por muchos silencios. El caso de Dante es uno de esos ejemplos.

Héctor Esquer.

La cita es el “Jueves de Conciencia Bibliotecaria” el 26 de mayo del año en curso, en punto de las 17:00 horas. Calle 3, 805b, Col. Industrial Aviación. Informes al 8337553 http://biblioteca14wix.com/primofv

    

EDITOR: MARIO O. DÌAZ DE LEÒN JASSO

TEXTOS:HÈCTOR ESQUER QUIÑONEZ

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