Él mismo conversador, asume que ha sido sujeto de calaveradas como se las han hecho, y se muestra dispuesto a reconocer los argumentos que las hayan provocado, siempre y cuando se cuiden de que no sean viscerales, de odios y venganzas, sino amables y con la verdad de los hechos en las formas de expresarlas, ya que las calaveras pueden ser mordaces, irónicas, por lo que resultan divertidas pero dando argumentos congruentes.

Las calaveras están hechas a partir de la experiencia y del criterio crítico (válganme la redundancia), ante los actos en virtud y defectos humanos, también ante las formas de ser de cada uno de nosotros. Así que procuran hacernos reflexionar a propósito de quiénes somos y cuál es nuestra postura ante los demás en todos los asuntos humanos como lo es la política, la administración pública, los cargos de desempeño gubernamental, así como en cualesquier espacio en que nos desenvolvemos, a veces dormidos, a veces despiertos, a veces ambas circunstancias, pero ahí está el que hace calaveras para ejercer la crítica que se puede convertir en un agradable espejo reflexivo si lo vemos positivamente.