Nació el 21 de mayo de 1936 en Villahermosa, Tabasco. Y murió a la edad de 33 años y seis días, de 1970, en Brindisi, Italia. Uno de los jóvenes poetas más prometedores de su momento, y que causara, en Octavio Paz, una sana curiosidad y un generoso ofrecimiento de su valioso tiempo, para leer su obra y conversar, ocasionalmente, con este arquitecto, director teatral, actor y narrador de historias, y que ganara la beca que le concedió la Fundación Guggenheim, a fines de septiembre de 1969, por lo que saldría para Nueva York, y de ahí a Europa. Se estableció durante seis meses en Londres, y de ahí a Italia, donde el estrujante beso de la muerte, lo llamaría para que continuara en otros versos a través de la pasión de sus luces para siempre encendidas.

Uno de los poetas mexicanos que han tocado el alma y la conciencia de muchísimos jóvenes, por la calidad de su ritmo, la sorprendente creatividad de sus imágenes y metáforas, y el fuego siempre vivo de su actitud para con la vida, donde anhelaba que hubiera justicia social y una sociedad que se preocupara por ser cada día más perfectible.

Me pasé días, semanas, meses leyéndolo… ¡qué digo leyéndolo!, si es uno de los autores que, durante años, fue mi libro de cabecera y no podía ni quería prestar el libro “El otoño recorre las islas” (donde está reunida toda su obra); porque sentía que si no lo tenía a la mano algo me faltaba.

Es por ello que, yo, Héctor Esquer, este Jueves de Conciencia Bibliotecaria, lo tendré como uno de los invitados más memorables en mi voz, en lo que es una plática sencilla, accesible, sin grandes pretensiones, pero sí la de recordarlo en cualesquiera de estos días que él ayudó a que fueran más habitables.

La cita es en la biblioteca “Primo Feliciano Velázquez”, el 24 de agosto, en punto de las 17:00 horas, en la calle 3, 805b, Col., Industrial Aviación. 8337553.