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Es una obra maestra y referente indiscutible del género. Las salas de cine fueron concebidas para proyectar películas en pantallas gigantes, pero no son muchas las que aprovechan los planos para la minuciosidad que eso conlleva. Leone planifica y ejecuta buscando la maestría, y aunque será en “Erase una vez en el Oeste” donde alcanzará su máxima perfección, en la película que nos toca no se queda corto. Sus planos abarcan paisajes perfectamente encuadrados en los que te puedes perder y el casting llena la pantalla con unos primeros planos que dejan apreciar los poros y la suciedad de la piel, hasta llegar al punto de sentir repugnancia hacia ellos. Estamos ante un western sucio poblado

Tucco (Eli Wallach) junto a Blondie

por personajes perversos y alejado del romanticismo del western americano. Aunque el título hace referencia a un bueno (Eastwood), un feo (Wallach) y un malo (Cleef), en esta historia hay más lugar para villanos que para héroes. Están ellos tres, en un marco histórico tan importante como es una guerra civil, preocupados únicamente por alcanzar un objetivo tan intrascendente como es el encontrar un tesoro del que ni tan solo están seguros que exista. Pasan por encima de ciudades destrozadas y pelotones del ejercito como si fueran (si es que no lo son) tres gigantes legendarios sin nada que temer. Es solo al final que Blondie muestra un poco de humanidad con su trato hacia los soldados o perdonándole la vida a Tucco, erigiéndose así como el “bueno” al que hace referencia el título.

Visualmente, la fotografía apuesta por un aspecto visual igualmente sucio, con un grano que más que restar suma a la totalidad de la película. Abarca unos parajes inmensos y perfectamente retratados que poco tiene que envidiar a las superproducciones de Hollywood, a pesar del limitado presupuesto del que dispuso Leone.

El director juega mucho con los silencios y las miradas, y en este punto resulta muy importante el excelente trabajo de casting. Esta documentado que Leone miraba hasta el dedillo los secundarios que pueblan sus películas, y tenemos ejemplos como los cowboys/forajidos de mirada asesina o los buenazos/tontos, que sobresalen más por sus semblantes que por sus actuaciones.

Primer plano de Lee Van Cleef como Angel Eyes

Los personajes de Eastwood y Cleef no tienen ningún fondo dramático (ni lo necesitan) y sus interpretaciones tampoco son merecedoras de elogios. Nos encontramos en un caso en el que sus simples presencias físicas y miradas hablan por si solas. Hacen que sus personajes sean irrepetibles y no se puedan concebir con diferentes actores. Cosa distinta sucede en el caso de Eli Wallach: es el personaje más humano del trio principal y tiene la mejor interpretación, dando rienda suelta a todas sus habilidades como actor para ofrecer algo diferente en cada plano en el que sale. Él es el “feo” que da nombre a la película y pesar de ser un personaje desagradable se hace difícil de odiar.

Los tres personajes son presentados perfectamente al principio de la película para dejar claro que papel cumple cada uno, y durante más de dos horas les vemos relacionarse entre ellos llegando a un final apoteósico en el que solo uno saldrá victorioso.

En la memoria quedan escenas como la tortura de Tucco, el tiroteo en la ciudad abandonada, toda la secuencia en el puente (“I had never seen so many people wasted so badly”, dice el personaje de Eastwood), éste dándole su cigarro a un soldado moribundo de la Unión, o el susodicho final.

Primer plano de Blondie (Clint Eastwood)

Esta escena concretamente podrá ser analizada hasta la saciedad, pero es solo tras haber vivido las más de dos horas de metraje que consigue además un nivel dramático que te mantiene pegado en el asiento. Pocos clímax son tan potentes como éste.

Cabe destacar también la mitiquísima banda sonora de Ennio Morricone. Todo el mundo habrá escuchado, aun sin saber donde se originó, el tema principal imitando el aullido de un coyote, pero son también temas como “The story of a soldier”, “The Trio” o “Ecstasy of Gold” las que convierten este trabajo en la mejor composición de Morricone.

Con sus westerns, Leone creó todo un modo de hacer que ahora se intenta imitar por pura nostalgia, y es que nos encontramos ante un cine en el que se reconcilia el espectáculo con el autor. Es un cine que hace honor al mismo formato audiovisual. Un cine que hace honor al mismo arte. Cine en su estado más puro.

Están todos invitados este  28 de febrero de 2018 en punto de las 17:00 horas, en la calle 3, 805b, Col., Industrial Aviación.

(Evento accesible a todo público y gratuito

EL BUENO, EL FEO Y EL MALO 

TEXTOS:HECTOR ESQUER QUIÑONEZ

EDITOR: MARIO O. DIAZ DE LEON JASSO

2 da. parte

EDITOR: MARIO O. DÌAZ DE LEÒN JASSO

TEXTOS:HÈCTOR ESQUER QUIÑONEZ

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